entre las lijas del alma en su vaivén,
entre las muelas que me pulen,
y devastan lo que fui y me dan forma.
Si lo escuchas lo puedes oír en la campana,
entre el ruido de sartenes y cacerolas,
entre cada largo trago del café amargo
que ennegrece el carácter y depura.
Si lo quieres escuchar está ahí,
entre el suave y leve movimiento de tu pincel,
entre el susurro del agua y la pintura,
y que transforma lo blanco en color.
Si lo escuchas, cerrando los ojos, se siente,
esa transformación, ese renacer, ese abismo
entre el que era y el que seré mañana,
y que sigue ya el camino recto en la mirada.
Si lo escuchas ahí está, mano tendida,
es silencio, invisible, inanimado, paciente,
entre versos y canciones tristes,
y aún así repartiendo ilusiones vacías.
Si lo quieres escuchar, se puede escuchar.
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