sábado, 27 de febrero de 2021

Mi centro

Mis pies se clavan otra vez en tus piedras,
haciendo mis surcos por tus calles, 
como antaño, como siempre ha sido, 
calles y lugares cargados de silencio hoy, 
cargados de las risas, de los susurros, 
de cada confidencia, cada amor, cada ocaso, 
humedecidas por la lluvia, y la lágrima, 
donde saboreo mi silencio, mi centro. 

Esos lugares que ya nadie ve, ocultos, 
aquellos por donde los guías nunca van, 
esas tus callejuelas, tus recovecos, tus poyetes, 
a la sombra de un ciprés o un olmo antiguo, 
o una estatua que ya nadie recuerda, 
o las placas a los poetas que nunca fueron, 
o los bancos y las cruces de salvaguarda, 
o la cruceta de clavos y espinas de un convento. 

Este rincón, uno de los míos, mi remanso, 
donde nunca traje a nadie, que no muestro, 
mi oasis, mi paraíso en esta ciudad, 
con sus setos, sus cipreses, su airada calma, 
su sol del fin del invierno, mi infierno, 
aquí donde estudié, leí, soñé, escribí y amé
siempre en solitario, con el sonido de los pájaros
y el lejano murmullo de estudiantes atareados. 

Hoy vine a buscar más paz, más centro, 
más recordar quien fuí y quien soñé ser, 
más para saber a donde me dirijo, mis sueños, 
para seguir en mi centro, en recuperar lo que soy
después de desviarme en los laberintos
y tropezar con los muros que yo me puse, 
después de romperme, como rompía las esquinas
y tener que recogerme, otra vez, para ser yo. 

Otra vez aquí, esto ya es un cambio, 
preludio de una ópera prima, de un salto, 
de un no parar, de un no claudicar, 
de no pasar más tiempo en el pasado, 
de mirar al futuro, el mio, el nuestro, 
con paciencia, paso a paso, atrevernos, 
salir de la cárcel de los pensamientos,
ser yo, nosotros, rodeados de piedras y miedos. 




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