viernes, 25 de septiembre de 2020

Odio al silencio

Es el silencio el que lo envuelve todo,
cada suspiro, cada pisada, cada roce de la sábana, 
es el silencio, tu silencio ahogado, 
el que mata mis ganas de quererte. 

Es el silencio que lo cubre todo, 
que esta casa es más vacía sin tu voz, 
una gran caja resonante sin gemidos, 
sin el sonido que repica al darte un beso. 

Mi némesis, el silencio tan latente, 
el que me dice que me ignoras, 
el que rompo para sacar la cabeza un poco, 
y aún así fracaso de nuevo en tener tu voz. 

Cada día es un sucesivo silencio
institucional por tu parte, por la mía forzado, 
espero, espero, y no llegan tus sintagmas, 
no aparece en mis manos tu voz callada. 

Al final nunca me resisto y te acabo escribiendo, 
para buscar el contacto, el calor de tus risas, 
y tras un monólogo de cinco minutos y monosílabos, 
vuelvo a desistir, como cada noche silenciosa, 
esperando que mañana sea mejor, 
que tus silencios se conviertan en larga conversación, 
que una vez, en los últimos tiempos, 
me digas un te quiero, un te extraño. 




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