viernes, 9 de octubre de 2020

Odio las noches de insomnio

Odio las noches de insomnio,
esas en las que el corazón
salta tan impetuoso
que su ruido inunda la estancia. 

Odio a ese corazón, tan sensible, 
que la mínima perturbación de tu palabra, 
la más mínima mentira, lo arroja
a galopar entre las brumas. 

Odio esas brumas que inundan mi mente, 
que ciegan, sin razón, la crítica, 
que mata poco a poco las corduras, 
que no me dejan ver tu bosque, la nada. 

Odio el que estés, y de pronto no estés, 
el salto cualitativo de querer a no querer, 
el fin de las cosas siendo abruptas, 
la sensación de vacío que me queda. 

Odio discutir, no sé si te diste cuenta, 
o que tengas silencios extensos como tu belleza, 
o que saltes de la sonrisa al odio, 
o que ya no me hables como me hablabas, 
o que no me des los Buenos días o noches, 
o que vislumbre nuestro final a cada hora, 
cada hora de insomnio,
cada hora que robaste mi sueño. 




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