oculta de tantos juegos del escondite,
callada de tanto respeto y tanto "no me digas...",
partida porque entera nunca estuvo.
Me tienes el corazón al lado de la taquicardia,
esquina ansiedad, primero izquierda,
esperando con las tiritas por si lo partes,
lo aniquilas, le derrumbas sus corazas.
Me tienes la mente divagante sin su astrolabio,
descentrada, voluble, perdida en la extensión
que separa tu pensamiento de mis pensamientos
el océano donde navegas, sin hundirte, y te alejas.
Tan perdido, tan tapado de cal y arena,
acostumbrado más a unos abrazos que a la ausencia,
a una voz que a unas letras rápidas, a tu olor,
acostumbrado a estar sin ti pero contigo.
Buscando la manera, tal vez mañana,
de volver a verte pasear por mis estancias,
oír tu risa en la madrugada, o tu respiración
y verte dormir de nuevo en las mañanas.
Han sido solo un par de meses pero se hace larga
tanta ausencia, tanta letra, tanto "espera",
tanto "frena", tanto "tente, que desesperas",
tanto "para", tanto "no hagas que molestas",
tanto "ser más" y darte cuenta que cada vez es menos,
tanta esperanza para quedar en la orilla varado,
tanto soñar, para cristalizar y romperte otra noche,
y renegar ya de ti, de la soledad, de la fe,
del enorme vacío que te deja el volver a fallar,
otra vez más, y pensar que "Nunca mais",
que no retomaras el vuelo en ningunas alas,
ni habrá barco de papel que te acune en la playa,
ni sonrisas que te planchen las arrugas de la cara.
Me tienes el alma muerta de tantos miedos,
y aun la espero para que haya esperanzas.
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