Miro a menudo al cielo, bastante a menudo y me pregunto si no es como tú, si tú no eres Mi Cielo particular, ese cielo que sobrevuela nuestras cabeza y pasa día y noche sobre nosotros animando o cambiando nuestro estado anímico.
A veces, de día, el cielo es raso, azul, radiante, un cielo despejado que deja ver en toda su plenitud la luz del sol, que ilumina cada rincón de todo aquello que miramos y sentimos. Otras veces, también de día, el cielo se cubre de pequeñas nubes blancas, que a veces tapan el sol, pero no impiden ver la luz, nubes que pasan lentamente ante nuestros ojos, sin mas pena ni gloria. Otra el cielo se encapota, y oscurece el día cubriendo con un manto gris todo, amenazante, pidiendo a gritos descargar sus lagrimas. Y por ultimo, en otras ocasiones se torna al negro, relampagueando, tronando, descargando su furia sobre nosotros. Y a pesar de todos esos distintos estados, el cielo me gusta, con lo bueno y con lo malo de cada uno de esos momentos. Depende de la época del año en la que estemos, hay épocas mejores y peores, por supuesto. En el fondo sabemos que aunque haya distintos estados del cielo, este, en el fondo, y aunque no lo veamos, es azul y radiante tras las nubes. Así te veo a ti, así veo tu fondo, azul, como mi color preferido, te veo así a pesar de que a veces pasen nubes, a pesar de que descargues tormentas y encapotes los besos con el gris amenazante de la lluvia.
Por la noche el cielo es negro, pero plagado de millones de estrellas. Así también te veo. Unas brillan más otras menos (me imagino que eres la más brillante de todas), pero todas brillan con su propia luz, no necesitan de nada ni de nadie para despedir ese brillo y ese calor que atesoran, igual que nadie debe depender y necesitar a nadie para brillar con su propia luz. Las estrellas además nos pueden servir de guía si las sabemos leer e interpretar, en la antigüedad era el medio más fiable para no perderse en una navegación o en un largo camino por los campos en la oscuridad. A veces en la noche las estrellas se oscurecen, por las nubes, por que estamos cerca de una luz que nos cierra las pupilas y nos impide ver las estrellas menos brillantes, por una luna llena enorme, pero a pesar de ello allí siguen, esperándonos, esperando brillar para nosotros, y eso es bueno, aunque no las veamos, ahí están esperándonos, ahí permanecen con su brillo. Te veo también como esas estrellas con tu luz propia, con tu total independencia de mi y de quien te observa, por ti sola irradias mas luz que todas las bombillas de la ciudad, con tu sonrisas y con tus ojos.
Por que en el fondo eres mi sol y mis estrellas, la luz de mi noche, el azul de mis días, y aunque a veces las cosas se oscurezcan y llueva, sé que detrás hay un cielo azul, un sol radiante y unas estrellas brillantes, independientes, que brillarían igual sin mi, pero que hoy por hoy siento ese calor, esa luz y ese brillo en este corazón.
Así somos todos para los demás, estrellas, soles y cielos.
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