tan inesperadamente,
tan abriendo de par de par
las ventanas que te cerré hace siete meses,
tan arrolladora como un huracán.
Y es que parece que tienes
el don de la oportunidad
para saber cuando debes buscarme,
y lo que debes decirme.
Y por ello has provocado una madeja
en las conexiones de mi cabeza,
entrelazando los hilos,
con los de otra madeja.
Volviste a sabiendas de mi,
de mi situación, y buscando
algo que añorabas ya hace muchos meses,
resolver lo que no te deja avanzar
después de nuestros cuatro años.
Aquí me tienes, pero...
ya no queda nada, ya avancé
y mis sentimientos han cambiado
ya no vuelo contigo,
solamente te deseo felicidad
y me ofrezco ser tu amigo,
sacarte de la desidia
y hacerte bailar y volver a disfrutar,
darte un motivo para la alegría.
Ya no me traes a la memoria
esos sentimientos de ternura,
esos fines de semana en hoteles,
ni las ganas de besarte,
ni las noche eternas entre las sabanas,
y pasamos tiempo juntos ayer,
y hablamos, y casi te vienes a bailar,
pero los sentimientos cambiaron.
Y aunque tus hilos se entremezclan,
tengo claro que son los Rosas
los que estoy desentrañando,
porque son los que me gustan,
los que me sirven para tejer
un futuro tan incierto como único,
tan merecedor de lo que no quisiste
y no supiste mantener
por tus propios agobios.
Ahora quiero, que seas feliz,
lo mereces, aunque no sea yo el que lo haga,
lo mereces por como eres,
por como estas luchando por cambiarte,
por como ves mis cambios.
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