Entre ellos recuerdos personalizados en objetos que mi madre guardaba de sus padres y sus abuelos, objetos inservibles pero que para ella tenían una fuerte carga emocional, carga que yo ahora no comparto y me ocupan un espacio que necesito para otras cosas.
Pero también había cajas mías, mis objetos, mis recuerdos, cajas que llevan años, décadas ahí guardadas, acumulando polvo y tiempo sin que nadie, ni yo mismo, me volviera a acordar de ellas. Cajas que contienen miles de libros que hace mil años que leí, o que ni siquiera leí, libros de Gala, de Isabel Allende, películas de DVD y VHS, Apuntes de Historia del Arte, Antropología, Revistas de Humanidades, negativos fotográficos, facturas, púas de guitarra, cuadros a medio acabar, otros decorativos, puzzles sin componer.
En mis cajas, junto a todos estos objetos se acumulan muchos recuerdos, muchos del pasado, muchos que son totalmente inservibles y que han ido a la bolsa de la basura, solo algunos son merecedores de quedarse aún conmigo, aunque sea en una caja que no vuelva a abrir en diez años como estas que hoy he revisado.
Recuerdos de la facultad de Humanidades, de sus gentes, de mis amores y desamores, recuerdos de quienes me regalaron los libros o me los aconsejaron, recuerdos de las clases, de la cafetería donde pasaba casi más tiempo que en las aulas, recuerdos de las fiestas, de los días de exámenes, de las notas, recuerdos de noches en las plazas con la guitarra, de los viajes por toda España, Túnez, recuerdos de toda la gente que ha pasado por mi vida, gente que aun esta en ella, aunque lejana, gente que nunca llegué a conocer salvo por las cartas, gente que simplemente dejó de estar en mi vida bien porque ellos quisieron, bien porque yo les expulsé de alguna forma.
Al fin y al cabo el pasado es sólo eso, tiempo pasado que no volverá, guardar esos objetos, aunque son importantes, aunque han marcado como soy, no es algo que me sea útil guardar (sólo algunos lo merecen como dije), me quedo con los recuerdos, los buenos recuerdos, siempre, y me olvido de las cosas malas, de los malos momentos, de las personas que me han hecho daño.
Así que he tirado muchos papeles y muchos objetos que no me merecía la pena guardar. Tiré las facturas, apuntes, algún libro del seminario, fotos absurdas, objetos deteriorados, cables, manuales de aparatos electrónicos, algún que otro recuerdo amargo, las cartas...salvo una
En mis cajas solo quedan ahora todas esas cosas que me hacen ser como soy y que me definen, y una sola carta....
No hay comentarios:
Publicar un comentario