viernes, 2 de mayo de 2014

Cuentos para entenderte I: EL REY Y EL JARDINERO

Este cuento pertenece a una serie de cuentos e historias que escribí hace unos años:

EL REY Y EL JARDINERO

      En un castillo, en una alta colina vivía un Rey. Era un rey bondadoso hasta tal extremo que el día de su cumpleaños no recibía regalos, él se los hacia a sus súbditos. Al carpintero un martillo nuevo, al herrero un nuevo yunque, al molinero una piedra de molar, al jardinero unas tijeras de podar. Y así pasaban todos sus súbditos agradeciendo la generosidad del rey.

      De todos sus vasallos, el mas querido era el jardinero, ya que este cuidaba el jardín real y sobre todo los rosales que tanto le gustaban. Pasaba sus horas paseando por la rosaleda, admirándola, oliéndola, relajando sus pensamientos del día a día del gobierno del reino. No podía vivir sin su jardín y sin su jardinero, dependía de ellos para ser feliz.

      Un día se presento el jardinero ante el Rey:

- Señor, he de marcharme inmediatamente

      Esto sorprendió al rey ya que era al sirviente que mejor trataba y que mas caprichos concedía. Pero el jardinero se marcho, llevando consigo en su carreta todas las herramientas de jardinería. El rey empezó a estar triste, pasear por su jardín ya no era lo mismo, empezó a estar descuidado, con broza, los rosales se expandían por doquier y las espinas se enganchaban a las ropas, el agua ya no corría por las acequias ni regaba las plantas.

     Intento contratar nuevos jardineros, gente sin conocimientos, o poco preparada para el trabajo y a todos los tuvo que despedir ya que no cuidaban aquel jardín hermoso de la misma manera. El rey perdió sus ganas, ya no recibía audiencias, ya no paseaba por el jardín y apenas salia de los muros del castillo que lo protegía y de sus propios aposentos, donde nunca dejaba entrar a nadie.

     Un día, el de su cumpleaños, el día en el que todos esperaban en el puente para entrar a felicitar al rey, este no quiso recibir a nadie, hasta que uno de sus ayudas de cámara le dijo que había venido uno que decía ser jardinero de profesión y aprendiz de su bien amado jardinero. Con gran entusiasmo le recibió.

- Buenas, majestad, yo aprendí con su anterior jardinero en tierras lejanas. El marchó en busca de nuevas plantas, de nuevas rosas, de nuevas maneras de cultivarlas y cuidarlas, y así enriquecer su jardín y proporcionarle mayor felicidad. Y escribió este libro para vos.

Le tendió un grueso volumen de rica encuadernación

- En él encontrara su majestad todo lo que necesita para el cuidado de su jardín y que no dependa de un jardinero para poder cuidarlo, que sea fértil y hermoso, y no vuelva a pasar tristezas. Ademas le traigo nuevas rosas, nuevas plantas y aquí estaré con su majestad hasta que me necesite.

    Desde aquel momento el rey supo como cuidar su jardín sin necesidad de un jardinero, pero aun así acogió al nuevo jardinero en su castillo y disfruto con él del cuidado del jardín y de la felicidad que este les proporcionaba a ambos.



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