miércoles, 21 de febrero de 2018

Poema a unos amigos el día de su boda

Alguien me preguntó hace un tiempo
si creía en el amor, ¿Cómo no creer?
si hay tantos ejemplos de ello a mi alrededor
en mis propias carnes, las de mis padres,
las de mis amigos, gente por las calles.

¿Cómo no creer cuando hace unos años
vi los ojos de mi padre, vidriosos,
posarse sobre los de mi madre
una tarde del mes de Abril?

¿Cómo no creer si cuando la vi me dije,
“es ella” con aquel pelo rubio,
con aquella noche bailando
sin alas en una pista de baile?

¿Cómo no creer, viendo hoy
a una pareja feliz, sonriente,
que entrelazan sus manos y su existencia,
y se dicen “para toda la vida”?

¿Cómo no creer?

Como no creer cuando todo el cuerpo
te está diciendo que la abraces,
que la beses, que la mimes,
que le des todo aquello que eres y tienes.

Como no creer cuando hay respeto,
hay complicidad, hay risas, diversión,
sinceridad, fidelidad, futuro en sus venas,
rosas que se admiran y espinas que se salvan juntos.

Como no creer si al mirarse ves que hay
algo más que la simple mirada de dos personas,
y el tintineo del reflejo vidrioso
de quien desea estar con la otra persona.

Como no creer en el amor en días como hoy

Porque el amor es respeto por el otro
por sus gustos, por sus virtudes, sus defectos,
es admiración por todo lo que fue, es y será,
veneración por cada gesto, palabra, mirada.

Es saber que se tienen el uno al otro,
pase lo que pase y venga lo que venga,
que poco puede importar el distinto punto de vista
porque eso no es importante, se puede limar.

Lo importante es que la otra persona te quiere
tan cual eres, sin excepciones,
y va a estar ahí en las cosas buenas,
pero sobre todo se van a tener en las malas, siempre.

Ahora le diría a mi amigo, aquí presente,
que si, que creo, que es evidente,
que lo vi en mi padre, que lo veo en mi,
que lo veo en mucha gente al pasar por la calle,
pero sobre todo lo veo en vosotros,
mis amigos, Laura y Guillermo.



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