martes, 15 de julio de 2014

Cuentos para entenderte: La vieja librería

       Existía una pequeña librería en el centro de la ciudad, una donde se guardaban miles de libros esperando a ser vendidos, releídos o simplemente almacenados. En esta librería el librero contaba constantemente historias a los niños del barrio, y se hizo muy famoso por ellas hasta tal punto que incluso los adultos le pedían que le contaran sus historias.

     Una tarde de invierno pasó por la tienda un joven, buscaba un viejo libro que dejó hacia un tiempo en una de las estanterías de la vieja librería. Desvencijado como un mueble, un tanto taciturno a veces, pero con una sonrisa enigmática, vivos ojos marrones, y algunas canas que le asomaban por la patilla de las gafas. Preguntó al librero por el libro, pero no le supo responder, pero sí le contó una historia sobre cómo los libros se parecían mucho a las historias de amor, y así comenzó su relato:

     "Los libros son como las historias de amor, querido amigo. Algunos apenas ocupan un capitulo, son monografías que leemos de una vez, rápidamente y lo desechamos.

Otros libros cuentan con varios capítulos, pero igualmente los leemos ávidamente sin pensarlos demasiado y los acabamos temprano, apenas un par de separaciones, como los cuentos.

Otros libros están llenos de capítulos, unos mas largos, otros mas cortos, pero que podemos leer sin mayor dificultad.

El último tipo de libros son los que tienen muchos capítulos, densos muchos, esos libros que pensamos y nos llenan tanto que a veces hay que marcar las paginas y cerrarlos, y dejarlos en el fondo de una estantería hasta que vuelven a aparecer en nuestras vidas, dejarlos reposar hasta que volvemos a estar preparados para leerlos de nuevo. A veces lo cogemos a menudo, otras los olvidamos largo tiempo o quizás ya nunca los retomamos. A veces hojeamos lo ya leído y releemos, y lo volvemos a dejar, otras iniciamos un nuevo capitulo y ya no paramos de leer, otras comenzamos de nuevo desde el principio para recordar lo anterior. Estos son los buenos libros.

Y de todas estas clases de libros te puedes encontrar el que nunca acaba, ya sea de un solo epígrafe o de miles de ellos, los que no acaban son los mejores".

Así que dime, amigo, ¿de qué tipo es el libro que dejaste olvidado?

-Del último tipo de libros.

-¿Y por qué lo quieres ahora?

- Por que ahora si es el momento de leerlo.

   Así que el librero encendió las luces del almacén mas lejano, y se encamino con el joven por los pasillos, el frío helaba los huesos y las yemas de los dedos. Allá, en el fondo, había una estantería de roble, ricamente adornada, en ella había pocos libros, ajados algunos, otros parecían no haber sido tocados, todos ellos llenos de polvo que fue dejando el tiempo sobre ellos.

   En el fondo había un libro, ricamente encuadernado con una cubierta de piel y grabado el titulo en el lomo con letras doradas: "Suspiros al Alba", apenas había sido leído, un par de capítulos quizás, pero aun quedaba mucho libro, estaba marcado al inicio del tercero.

- Este es el libro-dijo el joven.

- ¿Hace cuánto lo dejaste?

- No lo recuerdo, no sé si semanas, meses o años, pero lo he vuelto a encontrar.

   Y con renovadas alegrías, y sin parar de leer, volvió hacia la puerta de salida de la librería, con una sonrisa en su boca, un calor de verano dentro de su invierno, y los ojos de los niños, esos que iban allí a escuchar las historias del viejo librero. Esperando estaba una joven, sonriéndole, con su propia copia del libro en las manos.



"Dejemos nuestro libro en la estantería
oculto en el fondo, olvidado un tiempo,
dejemos que el polvo y los días se acumulen,
dejemos que el tiempo lo ponga en su sitio.

Porque yo confío en ti, en que me podremos leerlo,
en que me da igual el tiempo que pase,
me entretendré con otros libros mientras tanto,
pero ninguno es este, el nuestro, el libro mágico,
que ya tiré la toalla con él hasta estar preparados.

Me gustan los libros que puedo leer poco a poco,
releer y saborear de ellos cada párrafo, abandonarlos,
recogerlos, limpiarlos, arreglarlos y volverlos a leer,
me gustan los libros que hacen con sus letras amores eternos,
los que dan la razón al tiempo y al que sabe leerlos".



Aquí termina mi día de libre palabra y libre pensamiento, aquí acaba el pequeño oasis que espero se repita algún día, aquí vuelvo a guardar el libro al fondo solitario de la estantería, aquí vuelvo a tirar la toalla de nuevo, y a pensar (que no sentir) que no me merezco las migajas que me das siendo tú todo un festín, a pensar (que no sentir) que sólo soy un destino turístico para ti, a pensar (que no sentir) que me merezco más de lo que me das.

No hay comentarios:

Publicar un comentario