y tan poco espacio para ello,
como me gustaría decírtelo a la cara,
pero no hay cara, ni palabras, ni nada
todo lo que te implique lleva asociado
las palabras "tabú" y "silencio".
Estoy cansado de luchar por algo
que parece que a ti no te importa,
y no estoy cansado porque no merezcas la pena,
sino porque me veo solo en la lucha.
Sé que te quiero, pero no sé por qué,
que mereces la pena, pero sin razones,
que luchar por ti es lo mas lógico,
que no rendirme es lo que me pide el cuerpo.
Todos me piden que hable contigo,
que me atreva y te dirija la palabra,
pero sé que contigo eso no vale para nada,
sé que es tan inútil como sembrar en tierra árida.
Tiro la toalla, ya la tenia casi en la lona,
y la tiro, no porque no te quiera, que te quiero,
sino porque no veo avances, ni lucha de tu parte,
y quedamos en que lucharíamos codo con codo
si las cosas se torcían y había que arreglarlas.
Me rindo porque no me merezco esto,
no merezco tus desprecios, tus silencios,
no merezco desplantes, ni malos modos,
ni los celos, ni esa vigilancia a la que me veo sometido,
merezco estar contigo en las buenas
pero también en las malas, en las rabietas,
en los agobios, en las risas, en la ternura,
no merezco no poder hablarte, ni besarte,
valgo mucho más que todo eso,
y no voy a convertirme en tu perro faldero,
ni en tu chacha, ni en tu esclavo,
ni en el que te da la razón en todo,
ni en tu proporcionador de objetos,
no me vas a dominar, no así,
porque no me merezco serlo,
valgo mucho más que eso.
Lo dejo porque aunque tu mereces la pena,
lo que me estás haciendo no lo merece,
era feliz antes de conocerte y lo seguiré siendo
porque todo el tiempo lo cura, esto también.
A penas hemos pasado justos un suspiro en la vida,
eso sí, el mejor suspiro de toda ella,
y aunque quisiera más suspiros contigo,
tú no pareces querer más momentos.
Ahora te toca a ti dar el paso, si algo hay,
te toca luchar y demostrar que valgo la pena,
que esto no ha sido un juego ni un capricho,
que no te has dedicado al turismo emocional
que vienes, trastocas mi vida y te marchas.
Me deja mal sabor de boca todo esto
porque pensaba pelear hasta el final,
pero estoy cansado, demasiadas cosas,
demasiados reveses en mi vida,
demasiadas repeticiones de las mismas situaciones
y uno tiene también sus miedos,
sus muros y sus inseguridades,
sus corazas, sus defensas, sus ideas,
sus agobios, sus crisis, sus días malos
no se puede ser permanentemente una sonrisa
y menos para agradar a nadie con ella.
Pero estás en mi corazón, siempre estarás,
por los gestos que has tenido conmigo,
esos gestos en momentos tan duros,
esos no se olvidan nunca, pase lo que pase.
Me quedo con los buenos momentos,
con los besos, las miradas, las caricias,
las palabras, las risas y las sonrisas,
los silencios, los suspiros, los gemidos,
los bailes, las canciones, los cd´s,
las manos entrelazadas, el rubor,
el calor en invierno que derrite el hielo
y el frío en verano que hace que nieve,
esa sensación agradable al verte,
esa sonrisa de tonto mirando la pantalla,
las horas de conversación y no querer cerrar,
el echo de saber que estabas al otro lado.
Y es que esa mirada no se puede olvidar nunca,
es fantástico bailar contigo, pero más cuando me miras,
es verme en ellos y morir rendido al mar,
es sentirlos en mis ojos y no poder articular palabra,
perder la noción del lugar, del tiempo, de la gente,
se me saltan las mil taquicardias que te guardo,
los suspiros, esa mirada lo provoca todo
cuando te siento cerca, apenas a centímetros,
esa mirada que dice, "bésame, bobo"
que dice, "no quiero estar en otro sitio ni con otra persona",
esa que dice, " dame muerte o dame vida
dame fin a este misterio".
Seguiremos viéndonos, y bailando si quieres,
seguiremos mirándonos y haciendo ondas,
seguiremos disfrutando cañas, riendo,
seguiremos vivos pero sin mundos unidos,
seguiremos riéndonos de los chistes,
seguiremos comentando las series,
seguiremos cotilleando de los demás,
seguiremos ignorando que nos deseamos
sólo por no molestarnos más.
Mi puerta la cierro, sólo dejo una rendija,
lo justo para que alguien pueda meter un dedo
y volver a abrirla de par en par,
y que pueda entrar allá donde yo esté.
Eso si, la puerta de mi cuarto
siempre estará abierta por si regresas,
no sea que dé esa remota casualidad
y no me veas allí esperándote.
Esto no es un adiós, es un hasta pronto,
un nos vemos en el camino, un espero que luches,
un te echo de menos con matices,
un quiero tu mano en mi mano sin cadenas,
un cuerpo a cuerpo sin corazas,
una sonrisa sin esposas ni promesas,
una mirada sin velos, ni juegos de luces,
un aliento en el cuello sin esperanza
de quitarnos la ropa a toda prisa,
un "ya no estaré aquí" pero sí
un " te espero en el camino, si vienes,
si sigues caminando, aunque sea despacio".
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