lunes, 23 de junio de 2014

El por qué de los espejos

Soy tu reflejo, así como tú haces yo hago,
así como tú te comportas yo me comporto,
así, sin más, hago del espejo en el que te fijas,
así tan simple y a la vez tan complicado.

Por que no es fácil hacerte de espejo,
siendo tan imprevisible, cosa que me reta,
siendo tan de impulsos, de sorpresas,
de tan variable recorrido en cada noche.

Pero sigo mirándote a los ojos cuando me miras,
cuando me das la oportunidad de verlos,
y si ya es especial bailar contigo,
a pesar del silencio, a pesar del ostracismo,
mirarte a los ojos inunda todo mi ser,
por que me dicen tantas cosas, son mi espejo.
Aún hoy sigo sintiendo lo mismo,
sigo queriendo tenerte sin tenerte,
quiero seguir andando el camino
y derribando los muros aunque sea a errores,
derritiendo hielos a golpes breves de ondas,
no pidiendo lo que nunca fue mio,
recibiendo las migajas que son un festín,
saboreando los cuatro minutos que dura
la letra de cada bachata, de cada nota,
recogiendo cada tacto y cada gesto.
Y aun así me debo de frenar para hacer de espejo,
debo parar mis manos y mi boca,
frenar el irrefrenable instinto de besarte
pegada a una columna en la pista vacía.
Sigo, a pesar de todo, sintiendo lo mismo

Y ese es el por qué de mis espejos,
ante el silencio, silencio, ante un roce, un roce,
a una invitación, mi mejor sonrisa,
ante tu cuerpo contra el mio, una caricia,
ante unos dedos entrelazados
un me gustas que nunca oirás,
ante un bloqueo, mil indiferencias,
ante los celos, un profundo silencio,
ante un abrazo, un segundo de paz te doy.

Pero sabes lo que siento, igual que yo lo sé,
porque lo dicen nuestros ojos, no mienten,
esos no se ocultan tras la indiferencia,
esos no tienen posibilidad de ser imitados
son espejos en si mismos, y es cruzarse
y nacer una sonrisa en ambos
y poner toda la maquinaria de lo demás en marcha.
Porque son maravillosos tus ojos cuando me miran,
me dan la paz que me da fuerzas para continuar,
me dan la ternura que no me dan las palabras,
me dan los besos que me niegan tus labios,
me dan las risas y sonrisas que tengo al pensarte,
esos ojos, que son profundos
y donde aun, a pesar de todo, no encontré odio,
ni silencio, ni desprecio, ni indiferencia alguna.

Sé que es duro, pero merecerá la pena al final,
pero sobre todo, no tengas dudas,
nada en mi ha cambiado, sólo estoy aprendiéndote,
mis abrazos al bailar han de disiparlas,
no he cambiado mi modo de pensar
o lo que quiero, ni mi forma de mirarte,
solo te ignoro porque te hago mil espejos.

Tengo mucho miedo en estos momentos,
mientras escribo estas letras,
pero no puedo dejar de pensar
que quizás pienses que lo hago por despecho,
no, lo hago por cariño, así son los espejos.
Me sustenta tu carta en días mas oscuros,
pero soy feliz cada día con todo lo que pienso,
me sustenta lo que siento en cuatro minutos
una noche de viernes a tu lado.

Sé que esta vez podría durar un poco más,
que esta vez puede que estemos mas lejos
para poder estar mucho más cerca,
para afianzar mejor las bases, los pilares,
las columnas y los dinteles de las puertas.
Pero seguiré llenando de espejos cada rincón,
cada espacio de encuentro y desencuentro
y matar por fin tus dudas, tus miedos,
mis inseguridades y mis anhelos.

Este es el por qué de mis espejos,
por que sigo pensando que somos perfectos,
me lo dicen tus ojos, todo tu cuerpo,
cada onda, cada aprentón de tus dedos,
no hay palabras entre nosotros,
pero no hace falta que ahora las haya,
tú sabes como llevarme, yo sé como seguirte
sólo por tu mirada, solo por tu sonrisa.

Y sin embargo sigo teniendo miedo
a pesar de ser tu espejo.



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