Contigo aprendí a
quedar con carita de tonto,
a
tragarme las lágrimas saladas,
a
ver los suspiros en tus ojos.
Contigo aprendí lo
que significa un beso,
a
mirar mientras duermes
y a
soñar mil veces despierto.
Contigo aprendí a
llorar frente a un autobús,
a reír solo
en un andén
y a
tener mariposas en un aeropuerto.
Contigo aprendí a
respirar con otro pulmón,
a
acabar las frases que no salen,
a
agradecer el silencio de tus labios.
Contigo aprendí el
placer de un sofá,
apreciar
los muelles de la cama,
la
oscuridad iluminada con una vela.
Contigo aprendí el
orgasmo,
el
placer de la siesta,
el
gusto de unos labios.
Contigo aprendí que
no debo estar solo,
que
se cae el mundo si no estás,
que
se pierde el color en tu distancia.
Contigo aprendí lo
que era el mar,
los
besos de sal,
el
fin de una época.
Contigo aprendí y
no enseñé nada,
contigo aprendí a
no ser yo,
contigo aprendí a
desvivirme,
a
nacer de nuevo.
Contigo aprendí que
de nada valen los sueños
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